
Para los amantes de nuestras tradiciones gauchas, Ani nos comparte una payada

En este tiempo que estamos,
en que tan fácil se olvida,
dejando correr la vida
sin saber ni donde vamos;
es justo nos detengamos
un instante a meditar,
y entrando a reflexionar
sobre costumbres de ayer,
hoy debemos aprender
para mañana enseñar.
Aprendan muchachos de ahora
nuestras bellas tradiciones,
y a nuevas generaciones
transmitirlas sin demora;
lo viejo ha de ser aurora
en los dĂas que vendrán;
auroras que inundarán
el alma del colorido
de costumbres que se han ido
pero que muertas no están.

Para ello hay que revivir
el amor patrio primero,
inequĂvoco sendero
que los debe conducir;
amen, no dejen morir
lo que les dará expansiones;
amen como aman los leones
la selva en que han nacido,
¡que no sé si sus rugidos
no son amantes canciones!
Una guitarra encordada
jamás les debe faltar,
pues ella alcanza a llegar
al alma en toda jornada;
que no haya nadie ni nada
que la pueda ensombrecer,
y está en ustedes hacer
que brille y que vibre más,
porque no ha de ser la jazz
la que la haga enmudecer.

Lo nativo hay que inculcar,
tomarlo sagradamente,
con la fe con que el creyente
se acerca al pie del altar;
y hasta en el aula escolar
debĂa ser obligaciĂłn
enseñar el pericón,
danza de mĂşsica bella,
para que deje una huella
de Patria en el corazĂłn.
Aprendan nuestras canciones
que nunca causan desdoro;
ellas son el hilo de oro
que bordan las tradiciones;
tengan algunas nociones
de la doma, esquila, yerra;
descubran lo que se encierra
en los trabajos camperos,
¡no parezcan extranjeros
estando en su propia tierra!

Por eso, aprendan siquiera
los que estén en este ambiente,
y podrán ser exponentes
de sabidurĂa campera;
sepan lo que es la mancera
y el timĂłn en el arado;
lo que es pelo colorado
distingan de un doradillo;
cuándo es sabino el tordillo;
qué es rabicano manchado.
En este paĂs que ha sido
cuna de gauchos camperos
y que en tropillas y aperos
hubo lujo desmedido,
casi ha desaparecido
lo que aquĂ estoy recordando;
y en los que se vienen criando
en los trabajos del suelo…
¡hay quién ni conoce el pelo
del pingo que va montando!
Aprendan a conocer
campos, haciendas, cereales,
pastos y cosas rurales
que han hecho el paĂs florecer;
¡y no olviden el deber
en que están en repudiar
al que en vez de a trabajar,
viene de algún suelo extraño,
como embajador del daño
a corromper y agitar!
La reacción será lograda,
pero tras lucha constante,
con el Himno por delante
que es la Patria condensada;
y sin más arma ni espada
que patriĂłticos ideales,
soldados espirituales
sean para defender…
¡muros que quieren caer
se sostienen con puntales!…